ENTRE EL DEBER Y EL QUERER

¿Egoísta o servicial?

A veces se nos tacha de egoísta o de demasiado servicial. Pero cuando podemos equilibrar el darnos lo que necesitamos y el dar a los demás lo que ellos necesitan, entonces podemos vivir en equilibrio con nosotros mismos y con nuestro entorno. Y esto es una fuente de bienestar emocional importante. Y esto no significa 50% y 50%, sino que es un fino e inteligente equilibrio, significa saber qué priorizo en cada momento para al final sentir que dirijo mi vida de manera harmónica.

Laura es una mujer de 42 años, hija, esposa, madre y trabajadora. Se podría decir que es el pilar de la familia, siempre organizando las actividades de sus hijos, procurando el bienestar de su marido y estando pendiente de que sus padres, ya mayores, estén bien. Para ella es importante implicarse en las cosas, aunque suponga que el día que tenía pensado ir a la peluquería tenga que aplazar sus planes porque se ha comprometido con una amiga a hacerle de canguro un par de horas. Está considerada una buena trabajadora como administrativa en un departamento del ayuntamiento de su ciudad. Como es muy responsable y su jefe sabe que lo va a hacer bien, le encargan las gestiones más difíciles. Su mesa está llena de papeles que nunca se acaban y le da un poco de rabia que también le pasen el trabajo que se niegan a hacer los demás. Ha pedido cita al psicólogo porque se siente triste, no se siente comprendida por los suyos, le decepciona que ella siempre ayuda los demás, pero cuando ella los necesita, los demás pasan de ella. Su autoestima está baja. Cuando el psicólogo le pregunta que necesitaría para que su vida fuese más satisfactoria, apenas lo sabe.

Dani es un chico de 32 años que acude a la consulta. Se muestra como una persona alegre, extrovertida, le gusta hablar y tiene sentido del humor. Viene porque su pareja le ha dado un ultimátum: o deja de pegarse fiestas con los amigos y desaparecer todo el fin de semana (con consumo de coca incluido) y cumple con lo que se había comprometido con ella, o ella lo deja. Su pareja dice que a veces parece un niño, le cuesta gestionarse el dinero y se pule las comisiones que le dan en su trabajo de comercial comprándose el último modelo de móvil o cosas que en realidad no necesita. Está preocupada porque no lo ve una persona responsable para formar una familia con él.

Laura y Dani son dos ejemplos de personas que se regulan de manera no equilibrada. La primera se regula por el deber y lo que los demás esperan de ella. O sea, en función del otro. Si no lo hiciera así probablemente se sentiría culpable. En cambio, Dani se regula en función del yo, de manera egocéntrica, o sea, por sus necesidades y deseos, y le cuesta atender sus compromisos con los demás o dirigir su vida de manera responsable.

Ninguno de los dos es feliz. A Laura le falta desarrollar y darse lo que ella necesita para conseguir el equilibrio y a Dani le falta poder dar a los otros lo necesario para vivir en harmonía.

Si quieres profundizar sobre este tema te recomiendo el libro El proceso de convertirse en persona autónoma de Manuel Villegas, ed. Herder.