De hecho podríamos empezar preguntándonos ¿qué no es buena autoestima?
-Buena autoestima no es pensar que soy el mejor.
-Buena autoestima no es pensar que lo hago todo bien.
-Buena autoestima no es pensar que los demás me admiran.
– Buena autoestima no es pensar que soy muy guapo.
– Buena autoestima no es compararme con los demás y salir ganado.
– Buena autoestima no es priorizarnos en detrimento de los demás.
Criterio externo versus criterio interno
Muchas veces, asociamos el valor que tenemos o nos damos a lo que los demás piensan de nosotros. Es decir, nos valoramos con el criterio de los otros, externo a nosotros.
Nos llena de autoestima el agradar a los demás. Así mismo, cuando los demás nos rechazan, la autoestima se nos viene abajo. Pero esto son dos caras de la misma moneda: en un lado hay el tener una autoestima baja porque los demás no me hacen caso, no me valoran, no me buscan, … La otra cara de la moneda es el narcicismo, es decir, el enamoramiento con un mismo y la necesidad de confirmación por parte de los demás.
Al tener un criterio externo a la hora de valorarnos, siempre dependeremos de lo que los demás opinen. Y pueden haber tantas opiniones como gente haya.
Cuando tenemos un criterio interno decidimos nosotros si valemos o no. Y eso lo hacemos según nuestro propio criterio o concepto de lo que hace que una persona tenga valor. Y en este punto no hace falta decir (o sí) que todos tenemos valor.
La autoestima sana
Es aquella que procede de un criterio interno. No está sujeta al juicio de los demás, sino al convencimiento de uno mismo de que tengo valor por ser tal como soy.
Por eso a mi me gusta mucho la definición que usa el Albert Ellis (el psicólogo americano que desarrolló la Terapia Racional-Emotiva) al hacer referencia a la autoestima. El sustituye el término autoestima por el de autoaceptación, por considerarlo más adecuado:
“Autoaceptación quiere decir que la persona se acepta a sí misma plenamente y sin condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta inteligente, correcta o competentemente, y tanto si los demás le conceden como si no le conceden su aprobación, su respeto y su amor”. Albert Ellis.
Esto no quiere decir que uno se considere perfecto, sino que se acepta también en sus imperfecciones, pero éstas no le quitan valor. Luego será trabajo de cada uno irse mejorando y creciendo, pero según los propios valores y necesidades.
Es decir, me acepto como SER HUMANO, con todo lo que esto comporta.